Precariedad laboral «Marca España»
  • Precariedad laboral

1. De poca estabilidad o duración.
2. Que no posee los medios o recursos suficientes.
Este concepto se utilizó por primera vez en 1974, y era definido por la inestabilidad en el puesto de trabajo. La preocupación fue en aumento, porque fue considerada como un efecto no deseado de la reestructuración productiva, la incorporación de las tecnologías al proceso productivo y la implementación de nuevas formas de organización del trabajo.
Nosotros sostenemos que estos procesos de tercerización ligados a la flexibilización de las relaciones, constituyen un modelo laboral en donde la condición laboral del trabajador nos convierte en proveedores de servicios con obligaciones y no trabajadores con derechos. Vemos la necesidad de reforzar la identidad de que somos trabajadores más allá de la actividad laboral y seguir peleando por esos derechos que hoy parecen tan lejanos: la estabilidad en el empleo, la protección social y la relegitimación de la acción sindical como motor de cambio.
El planteamiento consiste en reconocer la situación de precariedad, transformar el cabreo que envuelve nuestras vidas y convertirlo en organización: “salir de la queja para crear formas de resistencia que nos permitan mejorar nuestras condiciones de vida. Dejar de ver nuestra condición laboral como individual y aislada, y sabernos parte de una situación que nos afecta a la mayoría de nuestros compañeros, a nuestras familias, a nuestros amigos y los amigos de ellos”.

 

Es importante reconocernos como iguales, como precarios: “Es necesario reforzar lazos de solidaridad, reforzar actividades propias de lucha, hacer visible esta situación, denunciarla y hacer pública esta problemática para instalarla más allá de nuestros espacios de trabajo”.

  • El trabajo ya no garantiza una vida digna.
  1. Correspondiente, proporcionado al mérito y condición de alguien o algo.
  2. Que puede aceptarse sin menoscabo en la reputación o el prestigio.
  3. De calidad aceptable.

 

Un nuevo informe de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) asegura que el principal problema de los mercados de trabajo en el mundo es el empleo de mala calidad.

 

 

“Millones de personas se ven obligadas a aceptar condiciones de trabajo deficientes”, la OIT informa que la mayoría de los 3.300 millones de personas empleadas en el mundo no goza de un nivel suficiente de seguridad económica, bienestar material e igualdad de oportunidades.

 

Un total de 700 millones de personas viven en situación de pobreza extrema o moderada pese a tener empleo. Y los nuevos modelos empresariales pretenden socavar los logros conseguidos en el mercado laboral, “entre ellos, los relativos a formalidad laboral y seguridad en el empleo, protección social y normas del trabajo”.

  • La reforma laboral, responsable de la precariedad.

Se ha producido una transformación social donde nos han condenado a una parte a la exclusión y, a otra, a un empobrecimiento de nuestras condiciones de vida, propiciadas, entre otros factores, por una reforma laboral que aumentó la precariedad: más trabajo temporal, más horas extras sin pagar, más contratos de corta duración, más libertad para despedir, más descuelgues de convenio, más recortes de salarios, más recortes en derechos laborales… y España en los primeros puestos de desempleo juvenil han sido algunas de las consecuencias. Hasta la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) señala a España:
“La pobreza también ha aumentado, esencialmente por la falta de un empleo de calidad que ofrezca suficiente cantidad de horas de trabajo remunerado y sueldos correctos”.
España es el segundo país europeo (por detrás de Grecia) donde se experimenta una mayor “intensidad de la pobreza”, éste es otro indicador que sirve para “dar idea de la pobreza de un país”,
Las estimaciones del desempleo no cuentan a quienes se han cansado de buscar, y tampoco a quienes sí trabajan, pero con contratos por horas o de jornada parcial… Si las incluimos, la tasa de paro actual se aproximaría al 25%. Es decir que …
una de cada cuatro personas en edad de trabajar no encuentra empleo, ha dejado de buscarlo o está subempleada… Imaginad cuánto puede explotar un empresario el miedo en cada una de estas personas.

  • 1,6 millones de trabajadores pobres en España.

Se ha generado una legislación, a partir de la reforma laboral de 2012, que ha facilitado la mayor precariedad laboral conocida
convirtiéndonos en uno de los países europeos con más trabajadores pobres. Parece mentira ¿verdad?, pues tenemos un 26% de pobreza.

  •  El Banco de España afirma que la precariedad laboral deprime los salarios.

¿Por qué no suben los salarios? Por un conjunto de causas, pero sobre todo por la precariedad laboral, es decir, alto desempleo + elevado paro encubierto. En los últimos 15 años, la tasa de trabajadores a tiempo parcial involuntario (los que quieren trabajar más horas) ha crecido rápidamente y el porcentaje de trabajadores desanimados se ha incrementado durante la crisis.

El efecto de la globalización y la revolución tecnológica también provocan estancamiento salarial.

  • Cómo se normalizó la precariedad (y qué hizo España al respecto)

Si antes la precariedad (sueldos bajos, contratos temporales, empleos a tiempo parcial) era una situación excepcional que había que erradicar, ahora es una realidad para millones de trabajadores. En algunos sentidos el empleo se ha convertido en una relación mercantil entre empresas y trabajadores que provoca la desaparición de derechos laborales y de protecciones sociales, y abre la posibilidad de un nuevo escenario en el que las empresas se “sienten libres para seguir creando trabajo precario y fragmentado”.

  • Consecuencias imprevistas y futuro incierto.

Uno de los problemas asociados a estas políticas: las cada vez más comunes sanciones a aquellos que se niegan a aceptar un trabajo precario. O precariedad o castigo. En el caso de la conciliación entre vida y trabajo, muchos de los nuevos precarios están expuestos a una flexibilidad extrema impuesta por sus potenciales empleadores o llegan a pasar gran parte de su tiempo libre esperando a que les llamen o buscando trabajo. Otras dificultades son trabajar un número suficiente de horas al mes, así como la alta dificultad para muchos trabajadores de convertirse en indefinidos. Nos convierten en esclavos con “obligación de acumular contratos para obtener derechos”.

Estas políticas están haciendo el juego a las empresas transnacionales, que pretenden desregular la legislación laboral y eliminar las prestaciones actuales. Corremos el riesgo de terminar en un sistema en el que millones de trabajadores tengamos que elegir entre el paro o un trabajo mal pagado.

  • La desmemoria, nuestro talón de Aquiles.

Siempre se ha dicho que todo ser humano tiene un punto débil. Nosotros consideramos que el punto débil de la mayoría de las personas es la memoria. La memoria colectiva, para ser más exactos.

Y olvidarnos de la Historia es el mejor camino para regresar a los errores del pasado.

Vivimos un momento de la historia en el que estamos a punto de perder la memoria colectiva, donde las élites que fueron dominantes y que se vieron obligadas a ejercer en la sombra, están manipulando a la población para distorsionar y tergiversar la propia Historia, y para convencernos con soflamas populistas de que, todo aquello que fue una opresión de una clase dominante de unos pocos sobre la mayoría, es el mejor sistema posible y, por ende, hay que regresar a él.

El mayor aliado de este grupo elitista, heredero de los tiranos de antaño, es la incultura, y la ausencia de un espíritu reflexivo, en una población anestesiada por una televisión manipuladora, un cine que, en general, que no hace autocrítica de la sociedad actual, y con un desapego absoluto a la lectura; todo ello aderezado por unas redes sociales manipuladoras, que invitan a no pensar y eliminan o torpedean todo contenido que no es bien recibido por las élites dominantes.

Ante esto, todos y cada uno de los que tenemos consciencia de lo que puede avecinársenos, tenemos la obligación moral de despertar a aquellos que están dormidos o no se sienten representados por nadie.

  • Del estatus de obrero, al de obrero precario con aires de “clase”.

La clase media, ese estatus social que está ahora tan de moda acuñar cuando en realidad, no es otra cosa que una aspiración de la clase oprimida, un nuevo modo de opresión por parte de la clase dominante, un nuevo modo de control social.

Nos hacen creer que somos clase media por tener acceso a internet, a la televisión, pero ¿somos clase media por poder acceder a ello o somos precariado por tener que acceder a lo anterior para creernos clase media? Puede sonar paradójico, pero la clave está en el caos: no son privilegios. No somos privilegiados por ello, no es más que control social en pequeñas dosis de opio para la no sublevación social, porque ¿quién va a protestar por unos simples derechos en pleno Black Friday?, ¿verdad? Aquí es donde entra en juego lo que Marx denominó Fetichismo de mercado: la necesidad de cubrir necesidades internas, traumas cansancio, estrés, una clara analogía con el papel de la Iglesia al principio de los tiempos, o sea, la necesidad de tener una especie de fe en algo para tener fuerzas y seguir.

El individualismo burgués que nos presentan como un supuesto privilegio, es un falso privilegio que en realidad nos aísla, así no nos asociamos y nos vuelven manipulables porque no compartimos los problemas con un mismo grupo, y no tenemos con quién darnos la mano para luchar por lo que es nuestro, por lo que es justo.

  • Obtengamos tiempo para lo importante.

‘’Cómo se lucha contra una realidad cuando la propia realidad contra la que luchas es la causa que impide luchar; cómo ganar el tiempo que no se tiene pero que abunda como nunca antes, este es el laberinto que hay que resolver’’. No tengo tiempo, de Jorge Moruno.

El tiempo como enemigo, como obstáculo ante el progreso diario, ésta es la idea de los empresarios. ¿Cómo obstaculiza el tiempo a la clase más vulnerable?

Las empresas nos aseguran un horario flexible, organizado por el propio trabajador, turnos partidos o seguidos, fiestas pagadas, días para asuntos propios, poder recuperarte de una lesión o enfermedad… La realidad es otra.

Ya en la Edad Media, en las industrias textiles flamencas del siglo XIV los empresarios retrasaban la hora de los relojes con el fin de alargar las jornadas laborales. Y actualmente tratan de imponernos (con distintos argumentos) jornadas laborales eternas en las que se favorece al obrero que acata y calla.

  • ¿Por qué la mayoría de los hambrientos no roba y por qué la mayoría de los explotados no va a la huelga?

Vivimos en el futuro y no en el presente, los que nada tienen se refugian en el “mañana será mejor”, y los menos desafortunados trabajamos para vivir y vivimos para trabajar.

¿Os suenan estos mensajes?: Carpe Diem, Tempus Fugit, Vita Flumen… todos vienen a significar lo mismo ‘’aprovecha el momento’’. Trasladado a nuestra realidad vendrían a decir algo así como “aprovecha el momento, porque el capitalismo acabará con cada uno de nosotros y no habremos vivido nada”.

  • Vale, muy bonito, pero quieres saber cómo lograr esto, ¿verdad?

No se trata de señalar a quien trabaja mal, sino de ser el mejor profesional que somos capaces de ser en cada momento. Abandona el inmovilismo, la carencia de acción y la sumisión, porque ninguna revolución se gana compadeciendo, nadie siente las cadenas sin antes moverse. Olvídate de si muchos, pocos o ninguno trabajan bien; no te importe si fulano lo hace mejor o peor, no le des importancia a si los demás harán o dirán; desoye a los que afirman que es imposible lograr objetivos… tu mayor protección laboral es ser el mejor profesional.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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