¿Quiénes son los violentos?
La agresividad es biológica. Pero cuando la cultura incide sobre la agresividad y esta si se dota de intencionalidad, dañando a terceros, entonces se convierte en violencia. Sin pasar por el filtro de la educación, la agresividad es agresividad sin más, pero al pasar por el filtro de la mala educación, de la historia vital de un individuo que ha ido adquiriendo a lo largo de su existencia preconcepciones, prejuicios, estereotipos, etc., la agresividad se convierte en múltiples ocasiones en violencia.
Uno no es violento si ha sido educado para ser pacífico. Y en nuestra sociedad lo que faltan son imputs para ser pacíficos. Y no solamente en el ámbito de la familia, porque si en nuestra familia educamos para la paz y luego los otros niños en las escuelas, en las calles, en los medios de comunicación a lo que asisten es al intento falso de resolver conflictos mediante el empleo de la violencia, no estamos consiguiendo avanzar y, hoy por hoy la violencia está muy normalizada. Es cotidiana.
Y por cierto, en el tema de las violencias, falta algo. Hay dos formas de violencia que se han generalizado en los últimos tiempos.
La violencia económica es el uso abusivo de los recursos de las personas sin su consentimiento para recortar sus derechos humanos, los más básicos y los menos básicos. Esto es violencia. Violencia que normalmente se ejerce con crueldad, esto es, con indiferencia ante el dolor o con gozo incluso.
Toda acción realizada intencionadamente que cercene derechos humanos básicos, como es la integridad física y psíquica, es violencia.
El gran empresario actual está construido para la guerra, para el combate, para una competición deshumanizada. Tenemos una cultura empresarial muy desgarradora, aquí el que vale es el más fuerte, el más violento y el más agresivo.
Sin olvidar la violencia institucional, esa que ha permitido y sigue permitiendo flexibilización laboral con reformas estructurales, integrales, que atacan los pilares históricos del derecho del trabajo.
La misma violencia que permitió un falso ERE, que pagó despidos con dinero de todos, que permitió la continuidad con un más que dudoso pliego de condiciones, y la que hoy sigue permitiendo uso y abuso por parte de AVANZA a sus empleados y a los ciudadanos de Zaragoza.
Una empresa que obliga a gran parte de sus empleados a cumplir unos horarios inhumanos “como fórmula habitual de trabajo” está ejerciendo una violencia sistemática y continuada a ellos como empleados y a sus familias por extensión.
Los horarios de combinados actuales que AVANZA Zaragoza obliga a realizar a los ambulantes son un insulto, una aberración que tiene que terminar y así lo hemos solicitado a AVANZA Zaragoza.
No os creáis eso de que “la situación es la que es”, “sólo hay un camino”, “la economía es la que manda”… esto sólo es palabrería barata para que no defendáis vuestros derechos. Si no sirven el diálogo y la comunicación, hay otros caminos.